martes, 28 de mayo de 2013

visiones confusas de la realidad


En Colombia hay pocas probabilidades de acceder a la educación superior, ya sea por motivos económicos, sociales o intelectuales; muchos de los que han entrado a la universidad recuerdan como una vez por semestre o por año entra al salón el típico hombre siniestro, calculador, en algunas ocasiones con cabello largo o barba poblada; lo más curioso que tienes estos sujetos es que están haciendo campaña para “representar” a los estudiantes en un consejo directivo o algo similar.  Este personaje gane o no gane visita los salones unas cuantas veces más, en su mayoría para promover marchas por x o y motivo.

En  muchas ocasiones me he catalogado dentro de la izquierda de este país, pero en he llegado a la conclusión que la izquierda “democrática” de este país perdió su condición. Una izquierda dominada por los favores burocráticos del congreso, las altas cortes y la procuraduría. Bien lo decía Garzón: “De que sirve saber que un sustantivo es como el congreso: que agrupa personas, animales y cosas.” En ningún régimen político del mundo se admite que la izquierda esta confabulada con el gobierno de turno para defender los intereses de las personas o mejor para defender sus propios intereses. Personas que como usted y como yo se movilizan en transporte público, cansados de movilizarse como animales de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. En las universidades particularmente las públicas aparecen aquellos personajes con ideas revolucionarias de estilo comunista que pretenden asumir que sus derechos son absolutos, es allí donde está el problema ellos asumen sus derecho a la libre expresión como un derecho absoluto, pero este derecho tiene límites, como el modo o el lugar de expresión. Esto quiere decir que dichas personas no tienen por qué ejercitar su derecho rayando las paredes de un lugar público, como lo dice la ley, estos son espacios públicos y mucha gente no los quiere ver rayados muchas veces por cosas sin sentido y hasta con mala ortografía. Fuera de eso estas personas alegan el acceso a la educación de toda la población colombiana, sin discriminación alguna; pero no se dan cuenta de que si ellos no rayan esa pared el Estado se economiza cien mil pesos mensuales, con los cuales puede financiar el estudio de una persona.   


De aquellos personajes de izquierda universitarios, revoltosos e irreverentes, se puede decir que son pequeñas personas pensantes, que cansadas de las políticas públicas encontraron refugio en las lecturas comunistas de Marx y Engels; y que por una  vana interpretación  terminaron ligándolo con Fidel Castro y el “Che” Guevara. No puedo decir que esta es una concepción extraña del comunismo y de las revoluciones guerrilleras en América latina, sin embargo de algo si estoy seguro, Fidel cometió un solo error en cuba y eso le  costó la fortaleza de su régimen, ese error fue creer que se tiene la verdad revelada. Por eso compañeros revolucionarios hay que aprender a usar la cabeza; hay que aprender a buscar que se quiere; hay que cambiar de mentalidad desde nosotros mismos; y sobre todo hay que entender con humildad que un pensamiento de izquierda no los configura como personas inteligentes superiores a los demás. Por cosas como estas, pienso que las corrientes políticas son falaces mentirosas, más bien se pueden llamar meretrices de la política, se venden al mejor postor, no sé si el hombre en su afán de protagonismo infundado está acabando hasta con el “nido de la perra”.    

Jorge Villalobos

jueves, 16 de mayo de 2013


Soldado sin uniforme


No sé por qué razón aquel uniforme verde, camuflado y de aparente  prestigio, me causa gracia, resentimiento y hasta desprecio. Tal vez porque he llegado a la conclusión que un país entre más fuerzas militares tenga, mas desadaptado es su pueblo que requiere de ellos para poder convivir. Otra de las razones es como las fuerzas militares en Colombia se han visto inmersas en diferentes escándalos a nivel nacional, ya sea por violaciones sistemáticas a los derechos humanos, por nexos con el narcotráfico y el paramilitarismo o por la ineficacia de los servicios que prestan.

Un pueblo que requiere más de  400.000 militares demuestra claramente que tiene un alto porcentaje de discordias entre sus habitantes, desde luego que en el caso colombiano hay que contemplar el conflicto armado interno, pero es desproporcional puesto que  los guerrilleros en Colombia no superan los 30.000. una vez más el problema es de cultura, los colombianos tenemos una posición cómoda y agresiva frente a la vida; somos conformistas porque nos limitamos a hacer lo suficiente, cualquier limosna es bien recibida aun cuando debería ser una ofensa; somos agresivos por naturaleza como lo diría Tomas Hobbes, nos da envidia ver surgir a nuestros conciudadanos y lo más grave necesitamos de un policía en cada esquina para que no nos matemos.

No creo ser el único en ser víctima de la mala administración en las fuerzas militares, particularmente en el caso del servicio militar obligatorio. Las personas que atienden estos trámites son déspotas y creen tener la verdad revelada, nunca dan una información completa, para pedir una cita hay que rogar por más de 1 mes, el sistema informático es totalmente desordenado, declaran remiso al que les cae mal. En cuanto al servicio militar obligatorio es una ofensa que dicho requisito sea obligatorio, puesto que atenta contra el derecho ha escoger libertad de profesión, arte u oficio; por lo tanto el servicio militar debe ser voluntario, como se establece en países como argentina, Chile o Bolivia, países que están un paso más adelante del desarrollo, pero no un desarrollo de cemento y metal, un desarrollo cultural que consagra el respeto a la dignidad humana y al medio ambiente. En Colombia no hay cosa más denigrante para una persona que aquel examen “medico” para ingresar a las fuerzas militares, más conocido como “el tanteo”, después de una situación de estas la persona queda reducida a nada, puesto que se le vulnero su intimidad, no hay cosa más estúpida que publicar a 20, 30 0 50 personas los testículos de un muchacho que solo siente temor, a la luz de un militar que goza con aquel acto degradante. En Colombia debería ser obligatorio la salud, la educación y la vivienda, pero en cambio nos garantizan 1 o 2 años de malos tratos dentro de las fuerzas militares.

No pretendo atacar a aquellos soldados de la patria que por asar del destino pertenecen a las fuerzas militares, al contrario es una llamado para que sea más humanos, pero si es un ataque crítico, mas no violento, a la institución que “protege” a los colombianos. Sueño con el día que por fin se venzan los lasos de la desigualdad; sueño con el día que cada niño de este país tenga donde estudiar; sueño con el día que el cien por ciento de la población pueda entrar a una universidad y sueño con el día que el servicio militar sea una opción y no una prioridad. Por ser un soñador me considero un soldado sin uniforme.

Jorge Villalobos